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Persistencia y resiliencia: conversación con la directora de las comisiones nacionales de búsqueda

Desde el año 2019, la jurista Elsy Lourdes Flores Sosa es la directora de las dos comisiones nacionales de búsqueda: la Comisión Nacional de Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos durante el Conflicto Armado Interno de El Salvador (CNB); y la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Adultas Desaparecidas (CONABÚSQUEDA).

 


A continuación, te compartimos lo que conversamos con ella sobre el papel de las mujeres en la promoción de la justicia y la paz. 

¿Cuál es su opinión sobre el papel que desempeñan las mujeres en la construcción de la paz y la reconciliación en contextos de conflicto y postconflicto?

R/ Desde mi experiencia trabajando en la búsqueda de personas desaparecidas forzadamente, considero que el papel de las mujeres ha sido fundamental en los ámbitos social, político y cultural del país.

Desde antes del conflicto armado en El Salvador, muchas mujeres lideraron iniciativas para promover cambios sociales y mejorar las condiciones de vida de la población. 

Luego, mientras se desarrollaba la guerra civil, muchas mujeres asumieron la tarea de buscar a las personas capturadas en esos momentos, incluso arriesgando sus vidas en la confrontación con el poder político y sufriendo las mismas consecuencias de la violencia. 

En ese entonces se sabía que las personas estaban capturadas, todavía no se pensaba que las iban a desaparecer del escenario de la vida pública, sin rendir cuentas sobre su paradero. Monseñor Romero fue una de las personas que acompañó el liderazgo de estas mujeres que iniciaron solas esta labor. 

Algunas de ellas aún viven como nuestros mayores referentes de resiliencia, por ejemplo, tenemos a la madre Guadalupe Mejía de CODEFAM y a la madre Antonia Morales de COMAFAC.

También hay otras que nos dejaron huellas imborrables como madre Alicia García de COMADRES y las dos mayores abogadas defensoras de derechos humanos de nuestro país: Marianella García Villas y María Julia Hernández, quienes en condiciones adversas acompañaron a las familias buscadoras.

Luego, en el periodo postconflicto, hemos podido apreciar la valiosa contribución organizativa de las mujeres en el proceso de reconstrucción tras la firma de los Acuerdos de Paz. 

Las mujeres han logrado mantenerse en el escenario público, haciendo ver que hoy en día tenemos que echar la vista a ese momento de la historia; y sobre todo que no tenemos que olvidar todo lo que pasó y todo lo que todavía tenemos por construir y reconstruir de todas esas vidas que quedaron en el limbo. 

 

¿Cómo cree que su perspectiva como mujer ha influido en su enfoque para atender la situación de las personas desaparecidas forzadamente y promover la paz, desde las comisiones nacionales de búsqueda?

R/ Sí ha influido, sinceramente creo que sí. Sin desmerecer a los hombres, considero que las mujeres aportan una gran riqueza a este y otros temas. Creo que el enfoque que una mujer ofrece puede ser más amplio en ciertos aspectos.

Tenemos la capacidad de generar una multiplicidad de soluciones y de emprender una variedad de acciones de manera proactiva. Además, somos sensibles y, al mismo tiempo, poseemos una fortaleza emocional notable. 

Esta combinación de sensibilidad y fortaleza emocional es esencial en temas tan delicados como la desaparición forzada y la promoción de la paz.

Y aunque las mujeres sigamos siendo una de las poblaciones más vulnerables en situaciones de conflicto, contamos con una mayor capacidad de reconstrucción y resiliencia en comparación con los hombres. Esta fortaleza nos permite enfrentar los retos con determinación y trabajar incansablemente por la justicia y la paz.


¿Cómo ha fomentado la participación de otras mujeres en las comisiones y en la búsqueda de personas desaparecidas forzadamente?

R/ Además de las lideresas reconocidas desde hace años, en las comisiones nacionales de búsqueda la mayoría del personal somos mujeres. De hecho, cuando inició la comisión de la niñez desaparecida, todas las investigadoras éramos mujeres. Yo misma fui investigadora como parte de mi trayectoria y participé directamente en la gestión de casos.

En las comisiones, buscamos activamente promover el liderazgo y la participación de las mujeres, e integrarlas aún más en estos procesos. 

Precisamente, gracias al proyecto “Mujeres Guardianas de la Paz”, hemos desarrollado talleres comunitarios con un enfoque de género. Estos talleres buscan fomentar una mayor participación de las mujeres, reconociendo que muchas de ellas han estado involucradas en la búsqueda de personas desaparecidas, aunque no todas hayan tenido roles tan activos o de liderazgo.

Como comisiones nacionales de búsqueda, queremos que el Estado responda a las necesidades de estas familias desde todas las posiciones, y que todos estemos al servicio de ellas, de la búsqueda y la reparación. Este es el enfoque que estamos promoviendo e implementando en nuestros esfuerzos.

¿Cuál ha sido el momento más significativo o gratificante en su trabajo como directora de las comisiones nacionales de búsqueda

R/ ¡Hay tantas cosas! No podría elegir solo uno, hay muchísimos entre reencuentros, actos de duelo, exhumaciones, entre otros. Cada uno es un momento de mucha gratitud para mí.

Pero creo que la mayor fortuna, hoy por hoy, es haber conseguido que las comisiones nacionales de búsqueda estén en el escenario de la administración pública, que hayan salido del anonimato.

Lo que más me llena de satisfacción es haber conseguido que las instituciones y organismos gubernamentales reconozcan la importancia de nuestro trabajo, y nos apoyen en nuestra misión de búsqueda y justicia para todas las familias afectadas. 

Este respaldo nos permite llegar a personas con poder de decisión para mejorar y mantener el mecanismo de búsqueda, y también nos ayuda a generar empatía hacia el proyecto por parte de la sociedad en general.


Me siento honrada de poder liderar este proyecto y que mucha gente crea, que muchas instituciones crean que es importante y que apoyen a todas las familias como, por ejemplo, el Ministerio de Salud, el de Desarrollo Local, el Ministerio de Cultura y así muchas otras más. 

Ahora nos hemos convertido en instituciones que son parte de una política pública sólida.

De eso es lo que me siento más orgullosa y satisfecha hasta ahora. Y aunque yo no esté, sé que la institucionalidad va a continuar, también hay un equipo muy entregado, lo que me llena de confianza en el futuro de las comisiones y en su capacidad para seguir adelante con su importante labor.

¿Qué mensaje les daría a otras mujeres que aspiran a liderar iniciativas relacionadas con la promoción de la paz y la justicia?

R/ En realidad, creo que al menos desde mi experiencia, primero les diría que no se rindan. Porque eso es lo primero que puede pasar al trabajar en este tipo de temáticas. 

Debemos ser persistentes y resilientes, tal cual son las personas a las que representamos. 

Por otro lado, es importante desvincular lo político, partidario e ideológico de lo humano en estas iniciativas. Al final lo humano debe prevalecer en este tipo de lucha y de proyectos.


Y creo que parte del avance, del fortalecimiento, de la credibilidad y de la confianza institucional que hemos ganado, de todo lo cual me siento orgullosa, es justamente eso: aunque tengamos nuestra ideología, nuestros pensamientos, nos desvinculamos para poder integrar.

Y de ahí creo que podemos integrar a quien sea. Cualquier persona creo que es difícil que pueda desvincularse de lo humano. Es fácil desvincularnos de lo ideológico, político o partidario, pero no de lo humano. Entonces me parece que ahí es donde tenemos que poner el enfoque cuando nos dedicamos a la defensa de los derechos humanos. 

A veces nosotras las lideresas y también los líderes podemos echar a perder proyectos por nuestros propias ideas políticas o ideologías, que pueden ser válidas, pero que en mi opinión muy personal no deben estar por encima de lo humano ni de un proyecto colectivo que ha costado vidas y años. 

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Los presidentes elegidos bajo el nuevo régimen constitucional fueron, el coronel Óscar Osorio Hernández y el teniente coronel José María Lemus, apostaron por la creación del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) y el Instituto de Vivienda Urbana (IVU).

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Con el derrocamiento del presidente Lemus terminaron los gobiernos militares del Partido Revolucionario para la Unificación Democrática (PRUD), que tuvo su origen en los hechos de 1948.

A raíz de esta crisis política se redactó una nueva Constitución Política en 1962, e inició una tercera etapa dentro de los regímenes militares, con los gobiernos del Partido de Conciliación Nacional (PCN).

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Tercera etapa dentro de los regímenes militares

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A inicios de 1961 la Junta de Gobierno que derrocó al presidente José María Lemus prometió elecciones libres, sin partido oficial.

El Directorio Cívico Militar asumió el poder con un golpe de Estado e impuso la ley marcial, fallando a la promesa antes expuesta. Una manifestación de apoyo a la Junta de Gobierno fue reprimida. El nuevo gobierno fue constituido por los coroneles Julio Adalberto Rivera y Aníbal Portillo, junto con los civiles Feliciano Avelar, José Antonio Rodríguez Porth y José Francisco Valiente.

En diciembre de 1961 los coroneles Rivera y Portillo fundaron el Partido de Conciliación Nacional (PCN).

En abril de 1962 se realizaron las elecciones presidenciales y el coronel Julio Adalberto Rivera, al no tener contrincantes, asumió el poder.

El Partido de Conciliación Nacional (PCN) se caracterizó por escalar la represión y por mantenerse en el poder de forma fraudulenta.

En este período aparecieron los cuerpos paramilitares y los escuadrones de la muerte, y así se dio paso a las desapariciones forzadas y a las torturas.

El PCN se mantuvo en el poder hasta 1979, bajo el mandato del presidente Carlos Humberto Romero, quien fue derrocado el 15 de octubre, cuando también fue obligado a dejar el país. Este ha sido el último golpe de Estado ocurrido en El Salvador.

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