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Petrona Alvarado: una voz de fuerza y esperanza para la defensa de las mujeres y los derechos humanos

Petrona Alvarado, conocida cariñosamente como Tonita, es una ferviente Guadiana de la Paz que ha dedicado su vida a trabajar por las mujeres y los derechos humanos, creando espacios de apoyo y aprendizaje para ellas.

Además, Alvarado desempeña un papel fundamental en las conmemoraciones de la masacre de El Calabozo, en San Esteban Catarina, San Vicente, donde la memoria y el reconocimiento de las víctimas son esenciales para seguir adelante; y para que las nuevas generaciones se mantengan firmes en la lucha por un futuro sin violencia

En esta entrevista, Tonita te cuenta sobre su viaje como Guardiana y las motivaciones que han guiado e inspirado su camino. 

1) ¿Cómo llegó a convertirse en una Guardiana de la Paz? ¿Qué la inspiró o motivó a asumir este rol en su comunidad? 

R/ Siempre me ha gustado trabajar con mujeres, y cuando conocí el proyecto, me llamó mucho la atención el trato amable y de confianza que nos dan. Entonces, decidí participar porque me gustó la metodología y el trato que nos dieron. 

Me sentí muy identificada con ellas (encargadas del proyecto) y eso me motivó a invitar a otras mujeres, quienes también se unieron al proyecto.

Mi deseo de trabajar por las mujeres nació al ver cómo sufrían, cómo eran maltratadas y humilladas, y cómo no las tomaban en cuenta. Me identifiqué mucho con ellas, y de ahí surgió mi compromiso con las mujeres y los derechos humanos.

2) Para usted, ¿en qué consiste su papel como Guardiana de la Paz? ¿Qué significa ser una Guardiana de la Paz?

Para mí, ser Guardiana de la Paz significa velar por el bienestar de las mujeres y de toda la comunidad en la que vivimos. 

Mi rol es asegurar que no haya violencia, apoyar a las mujeres en situaciones difíciles y contribuir al desarrollo de nuestras comunidades en todos los aspectos.

3) ¿Cómo y cuándo se involucró por primera vez para trabajar por los derechos humanos de las mujeres, la paz y la justicia en su comunidad? 

R/ Siempre me ha gustado trabajar con las mujeres. Desde el conflicto ya apoyaba a las mujeres de mi comunidad. 

Luego, en 1994 empecé a trabajar con el Movimiento Salvadoreño de Mujeres (MSM) como promotora, y estuve ahí hasta 2004. 

Desde entonces he seguido involucrada en este trabajo sin ningún incentivo, solo por la gran motivación de trabajar por el bienestar de las mujeres y los derechos humanos.


4) ¿Qué es lo que más le gusta de ser una Guardiana de la Paz?

R/ Lo que más me gusta es que ya tengo más conocimientos y sé cómo hacer las cosas. Con las capacitaciones que hemos recibido, puedo apoyar a las mujeres con más seguridad y experiencia. 

Me han gustado todas las capacitaciones, no podría escoger una sola, ya que han sido alrededor de doce. Uno de los temas que más me gustó fue recordar a las mujeres ilustres en la historia de El Salvador, para ver de dónde viene el esfuerzo y el trabajo de las mujeres y los derechos humanos en nuestro país. 

También me han encantado los convivios, porque nos permiten compartir con mujeres de otros municipios, como Jiquilisco y Aguilares. Esa parte de conocer más mujeres y escuchar sus historias ha sido muy valiosa para mí.

También me gustó mucho cuando hicimos reflexiones usando dibujos de nuestras manos y pies (cartografías corporales). Esas actividades nos ayudaron a conectar más con nosotras mismas y con nuestro entorno.

5) ¿De qué manera ha beneficiado a su comunidad la iniciativa “Mujeres Guardianas de la Paz”?

R/ Como comunidad, siento que uno de los mayores beneficios ha sido el trabajo con los jóvenes. Para mí, eso es muy importante porque nosotras, las mayores, ya estamos de salida, y los que van retomando el liderazgo son los jóvenes. Ese ha sido un gran beneficio.

Otro beneficio es el apoyo que hemos recibido para arreglar la casa de los jóvenes. 

Agradezco todo lo que han hecho por nosotras y les pido que no nos dejen aquí, que sigamos adelante. Estamos dispuestas a seguir y a echarle ganas, porque esto no termina aquí, todavía hay mucho por hacer por las mujeres y los derechos humanos

6) Cuente alguna experiencia o vivencia especial siendo Guardiana de la Paz. 

R/ Una experiencia que me gustó mucho fue cuando fuimos a un hotel de playa, y nos reunimos con las compañeras de Jiquilisco. Hicimos un dibujo de un torogoz con laminitas de vidrio.

Lo tengo en mi casa como un recuerdo de lo que hicimos, y cada vez que lo veo me recuerda que, cuando nos proponemos algo, logramos buenos resultados. Me gusta mostrárselo a la gente y les digo: “Este es mi trabajo, lo que hicimos”, y a todos les parece muy bonito.

7) Ser una Guardiana de la Paz, ¿de qué manera le ha ayudado a usted, a nivel personal, en términos de empoderamiento y de participación en su comunidad?

R/ Ser una Guardiana de la Paz me ha permitido dar un servicio que disfruto, algo que no solo me ayuda a mí, sino que también me permite ayudar a otras mujeres. 

A nivel personal, me ha beneficiado mucho, porque he aprendido cosas que me servirán para la vida.

He aprendido que somos mujeres importantes, tanto para la comunidad como para nosotras mismas, y que no debemos sentirnos menos que nadie.

8) ¿Qué consejos o palabras de aliento les daría a otras mujeres que podrían estar interesadas en ser Guardianas de la Paz en sus comunidades?

R/ Yo les diría que le echen ganas y que es bonito participar, ya que es la única manera de salir del encierro en el que viven. 

Les animo a que sigan adelante y no se desanimen, especialmente a las jóvenes, porque el presente y el futuro son de ellas.

Es cierto que las mujeres jóvenes a veces no tienen muchas oportunidades; pero deben ponerse retos que las motiven. Ellas pueden trabajar por la comunidad para que todos podamos mejorar, siempre teniendo en cuenta la importancia de las mujeres y los derechos humanos.

8) ¿Cuáles logros del Centro de Promoción de los Derechos Humanos Madelein Lagadec le parecen especialmente significativos?

R/ Uno de nuestros logros más importantes es que hemos capacitado a más de 1,000 personas como defensoras y defensores de los derechos humanos. 

Muchos de ellos siguen defendiendo sus derechos en sus comunidades. Aunque no estemos presentes, ellos han aprendido y ponen en práctica lo que saben, así que la defensa de los derechos continúa.

También hemos ayudado a organizar las ADESCOS, los comités de mujeres y las juventudes en las comunidades.

En cuanto a la memoria, tenemos dos asociaciones de víctimas: una ya está legalmente constituida y la otra está en proceso, lo que les dará sostenibilidad en su trabajo. 

Hemos construido monumentos que dignifican a las víctimas, lo que ha permitido a las familias de las 723 personas exhumadas cerrar parte de su duelo.

Digo esto con humildad porque al empezar con las exhumaciones no sabíamos bien qué hacer, y hemos aprendido junto a la gente. Ha sido un aprendizaje bonito y muy satisfactorio. También me llena de orgullo que el CPDH se haya convertido en un referente en varios espacios.

9) ¿Cuál es su opinión sobre el proyecto “Mujeres Guardianas de la Paz”? 

R/ La verdad es que el proyecto “Mujeres Guardianas de la Paz” ha sido maravilloso. Logramos conectar el tema de las víctimas con el de las Guardianas. 

Con el apoyo del PNUD, hemos fortalecido la Asociación de Víctimas de Tecoluca y hemos constituido la Asociación de Víctimas de San Esteban.

Hemos mantenido los actos memoriales, que son encuentros entre las víctimas, sus familiares y la comunidad. Estos momentos son de reflexión sobre todo lo vivido y cómo lo ven ahora. Esto es parte del proyecto del PNUD, pero también se combina con la UNODC, que trabaja específicamente con veteranas en el marco del proyecto Guardianas.

10) ¿Qué significa para usted, personalmente, ser una Guardiana de la Paz?

R/ Para mí, ser una Guardiana de la Paz es algo profundo. Mi historia de vida es difícil y a veces no me gusta contarla; pero si le pido a otras mujeres que lo hagan, siento que tengo la responsabilidad de compartir la mía.

He vivido 12 años de guerra, los soporté, luego estuve ocho meses en la Policía Nacional Civil y después llegué al CPDH. Todo esto ha sido una serie de experiencias y retos. Además, como mamá y esposa, me siento parte de este colectivo con el que hemos trabajado.

Ser Guardiana de la Paz significa para mí ser una agente de cambio y transformación en los procesos que vivimos.

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1931 – 1979

Regímenes militares y represión

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Con el golpe de Estado al presidente ingeniero Arturo Araujo en diciembre de 1931, llegó a la presidencia el General Maximiliano Hernández Martínez.

Desde entonces, hasta el 15 de octubre de 1979, el país fue gobernado oficialmente por regímenes militares caracterizados por ser altamente coercitivos.

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1931 - 1944

General Maximiliano Hernández Martínez

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El primer régimen militar fue el del general Maximiliano Hernández Martínez, quien ordenó la represión y Masacre de 1932, a raíz del levantamiento de indígenas, campesinos y comunistas.

Hernández Martínez se perpetuó en el poder durante trece años, durante los cuales predominaron las represiones a la oposición política, la falta de libertad de prensa y la ausencia de libertades individuales.

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1944-1948

General Salvador Castaneda Castro

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Entre 1944 y 1948, tras la Huelga de Brazos Caídos que derrocó a Hernández Martínez, militares reformistas propiciaron un Golpe de Estado a Castaneda Castro en 1948.

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1950

Creación de la Constitución Política de El Salvador

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El golpe de Estado al general Salvador Castaneda Castro en 1948 dio lugar a la redacción de una nueva Constitución Política en 1950, la primera en la historia salvadoreña que incluía derechos para los trabajadores, prestaciones sociales y contemplaba el voto femenino.

Los presidentes elegidos bajo el nuevo régimen constitucional fueron, el coronel Óscar Osorio Hernández y el teniente coronel José María Lemus, apostaron por la creación del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) y el Instituto de Vivienda Urbana (IVU).

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1960

Golpe de Estado que derrocó al teniente coronel José María Lemus

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Con el derrocamiento del presidente Lemus terminaron los gobiernos militares del Partido Revolucionario para la Unificación Democrática (PRUD), que tuvo su origen en los hechos de 1948.

A raíz de esta crisis política se redactó una nueva Constitución Política en 1962, e inició una tercera etapa dentro de los regímenes militares, con los gobiernos del Partido de Conciliación Nacional (PCN).

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1961

Tercera etapa dentro de los regímenes militares

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A inicios de 1961 la Junta de Gobierno que derrocó al presidente José María Lemus prometió elecciones libres, sin partido oficial.

El Directorio Cívico Militar asumió el poder con un golpe de Estado e impuso la ley marcial, fallando a la promesa antes expuesta. Una manifestación de apoyo a la Junta de Gobierno fue reprimida. El nuevo gobierno fue constituido por los coroneles Julio Adalberto Rivera y Aníbal Portillo, junto con los civiles Feliciano Avelar, José Antonio Rodríguez Porth y José Francisco Valiente.

En diciembre de 1961 los coroneles Rivera y Portillo fundaron el Partido de Conciliación Nacional (PCN).

En abril de 1962 se realizaron las elecciones presidenciales y el coronel Julio Adalberto Rivera, al no tener contrincantes, asumió el poder.

El Partido de Conciliación Nacional (PCN) se caracterizó por escalar la represión y por mantenerse en el poder de forma fraudulenta.

En este período aparecieron los cuerpos paramilitares y los escuadrones de la muerte, y así se dio paso a las desapariciones forzadas y a las torturas.

El PCN se mantuvo en el poder hasta 1979, bajo el mandato del presidente Carlos Humberto Romero, quien fue derrocado el 15 de octubre, cuando también fue obligado a dejar el país. Este ha sido el último golpe de Estado ocurrido en El Salvador.

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