
LUGAR DE MEMORIA, EL CALABOZO
La mañana del 22 de agosto de 1982, el ejército salvadoreño alcanzó
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en un esfuerzo conjunto con la Escuela de Derechos Humanos de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) de El Salvador, concluyó con éxito el “Diplomado en metodologías lúdicas de aprendizaje para promover la cultura de paz”.
Esta iniciativa tuvo un propósito claro: construir puentes entre generaciones y comunidades, asegurando que tanto las niñas y niños como sus familias se sumerjan en el aprendizaje sobre sus derechos y la importancia de la cultura de paz.
Esta formación se desarrolló como parte del proyecto “Mujeres Guardianas de la Paz”, financiado por el Fondo para Consolidación de la Paz del Secretario General de las Naciones Unidas, en colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ONU Mujeres.
Aprender jugando, más allá de la niñez
Las metodologías lúdicas representan un enfoque educativo que facilita el aprendizaje a través del juego y la creatividad, permitiendo la adquisición de conocimientos y habilidades de una forma dinámica y atractiva.
A menudo, se piensa que las metodologías lúdicas están dirigidas únicamente a la niñez, pero en realidad son una forma eficaz de transmitir conocimientos y valores relacionados con la cultura de paz en cualquier grupo, incluidos hombres y mujeres adolescentes y adultos.
Innovación educativa
La Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH) ha llevado a cabo capacitaciones en derechos humanos desde la firma de los Acuerdos de Paz; no obstante, su enfoque ha sido predominantemente formal y dirigido a un público principalmente en edad adulta.
Por tanto, trasladar estos conceptos a niñas, niños y adolescentes presenta un desafío que las metodologías lúdicas pueden resolver.
Así, con juegos, cuentos, títeres y situaciones reflexivas, es posible una enseñanza más efectiva y atractiva de los derechos humanos, reforzando valores fundamentales de la cultura de paz.
Una red de educadoras y educadores más comprometidos
El diplomado se desarrolló de febrero a junio de 2024, con una duración total de 64 horas. Y a través de este programa se fortaleció una red de 27 educadores y educadoras en derechos humanos, procedentes de las 14 delegaciones departamentales de la PDDH.
Fue impartido por Juan Francisco Ramos, director de Cuenterete Teatro, un destacado experto en artes escénicas y narración oral, junto con su equipo conformado por los actores Alejandro Anaya, Emmanuel Anaya y Valeria Cruz.
Bajo su dirección, las y los participantes tuvieron la oportunidad de potenciar habilidades específicas que son fundamentales para el aprendizaje lúdico, tales como la narración oral escénica, la dramaturgia titiritera, además de la elaboración y manejo de títeres; herramientas esenciales para fortalecer la cultura de paz en sus comunidades.
Una colección de cuentos para el diálogo y la reflexión
Otro de los logros destacados del diplomado fue la creación del cuento oficial titulado “El Alboroto”, ideado y escrito por Ramos.
La historia transcurre en un gallinero y se centra en la vida de dos niños y su abuela, quien es una Guardiana de la Paz. La trama se desencadena cuando se pierde un pollito.
Sin embargo, detrás de esta narrativa lúdica, se encuentra un mensaje profundo que alude a los operativos “Tierra arrasada” y la dolorosa realidad de la niñez desaparecida durante el conflicto armado en El Salvador.
Estrategia de alcance y difusión
“El Alboroto”, que ahora es el cuento oficial para la promoción de la justicia transicional y la cultura de paz, será distribuido en formato impreso y digital.
La estrategia incluye presentaciones en comunidades priorizadas, actividades en redes sociales de instituciones aliadas y eventos educativos liderados por la PDDH.
Hasta la fecha de publicación de esta nota, ya se han realizado ocho jornadas en comunidades como Jiquilisco, Salinas de Sisiguayo, Santiago Nonualco, San Esteban Catarina, Tres Cruces y Suchitoto.
La mañana del 22 de agosto de 1982, el ejército salvadoreño alcanzó
Entre octubre y diciembre de 2021, activistas de Guatemala, El Salvador, Honduras
Cada año, desde 1993, las comunidades de El Mozote participan en la
Con el golpe de Estado al presidente ingeniero Arturo Araujo en diciembre de 1931, llegó a la presidencia el General Maximiliano Hernández Martínez.
Desde entonces, hasta el 15 de octubre de 1979, el país fue gobernado oficialmente por regímenes militares caracterizados por ser altamente coercitivos.
El primer régimen militar fue el del general Maximiliano Hernández Martínez, quien ordenó la represión y Masacre de 1932, a raíz del levantamiento de indígenas, campesinos y comunistas.
Hernández Martínez se perpetuó en el poder durante trece años, durante los cuales predominaron las represiones a la oposición política, la falta de libertad de prensa y la ausencia de libertades individuales.
El golpe de Estado al general Salvador Castaneda Castro en 1948 dio lugar a la redacción de una nueva Constitución Política en 1950, la primera en la historia salvadoreña que incluía derechos para los trabajadores, prestaciones sociales y contemplaba el voto femenino.
Los presidentes elegidos bajo el nuevo régimen constitucional fueron, el coronel Óscar Osorio Hernández y el teniente coronel José María Lemus, apostaron por la creación del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) y el Instituto de Vivienda Urbana (IVU).
Con el derrocamiento del presidente Lemus terminaron los gobiernos militares del Partido Revolucionario para la Unificación Democrática (PRUD), que tuvo su origen en los hechos de 1948.
A raíz de esta crisis política se redactó una nueva Constitución Política en 1962, e inició una tercera etapa dentro de los regímenes militares, con los gobiernos del Partido de Conciliación Nacional (PCN).
A inicios de 1961 la Junta de Gobierno que derrocó al presidente José María Lemus prometió elecciones libres, sin partido oficial.
El Directorio Cívico Militar asumió el poder con un golpe de Estado e impuso la ley marcial, fallando a la promesa antes expuesta. Una manifestación de apoyo a la Junta de Gobierno fue reprimida. El nuevo gobierno fue constituido por los coroneles Julio Adalberto Rivera y Aníbal Portillo, junto con los civiles Feliciano Avelar, José Antonio Rodríguez Porth y José Francisco Valiente.
En diciembre de 1961 los coroneles Rivera y Portillo fundaron el Partido de Conciliación Nacional (PCN).
En abril de 1962 se realizaron las elecciones presidenciales y el coronel Julio Adalberto Rivera, al no tener contrincantes, asumió el poder.
El Partido de Conciliación Nacional (PCN) se caracterizó por escalar la represión y por mantenerse en el poder de forma fraudulenta.
En este período aparecieron los cuerpos paramilitares y los escuadrones de la muerte, y así se dio paso a las desapariciones forzadas y a las torturas.
El PCN se mantuvo en el poder hasta 1979, bajo el mandato del presidente Carlos Humberto Romero, quien fue derrocado el 15 de octubre, cuando también fue obligado a dejar el país. Este ha sido el último golpe de Estado ocurrido en El Salvador.