
CONVERSATORIO: VOCES DE LA BATALLA DEL VOLCÁN
as voces de La batalla del volcán reúne por primera vez, para
Entre octubre y noviembre 2024, adolescentes y juventudes de Sisiguayo y Nueva Esperanza, en Usulután, participaron en nueve talleres (cinco en la primera localidad y cuatro en la segunda) que unieron arte, memoria histórica y tecnología.
Con sesiones de tres horas y media, este programa buscó fortalecer la conexión de las nuevas generaciones con las historias y tradiciones de sus comunidades, incentivando la creación colectiva y el intercambio cultural.
Esta iniciativa respondió a una necesidad planteada por las propias comunidades en las distintas actividades del proyecto “Mujeres Guardianas de la paz”: involucrar a las juventudes en la construcción de la memoria histórica.
Se contó con la participación de 20 personas en total, de entre 13 y 21 años, quienes mostraron un gran entusiasmo por aprender.
Y para asegurar que las actividades respondieran a sus intereses, se organizaron talleres de consulta. De ese modo, fueron ellos y ellas quienes eligieron el teatro y las danzas folclóricas como las principales actividades y, con la guía experta de Aída Bernal, exploraron cómo estas expresiones culturales pueden fortalecer su conexión con la memoria histórica y su identidad comunitaria.
El Xuk y otras danzas como legado vivo
En Sisiguayo, la danza folclórica se convirtió en el corazón de los talleres. Un aspecto que marcó estas jornadas fue el interés espontáneo por esta expresión artística en particular, especialmente el Xuk, una tradición del oriente salvadoreño.
Así, las y los participantes no solo aprendieron los pasos y las historias detrás de este baile, sino que también comenzaron a reinterpretarlo, creando versiones que combinaron elementos tradicionales con sus ideas.
Este proceso reforzó su sentido de pertenencia y orgullo por su patrimonio, mientras los conectó con la memoria histórica y la memoria viva de sus comunidades, demostrando que las tradiciones no solo se preservan, sino que también evolucionan cuando se transmiten con significado y pasión.
El poder del teatro para promover el diálogo y la reflexión
En Nueva Esperanza, los talleres estuvieron más orientados al trabajo teatral, aplicando algunos elementos de la metodología del Teatro Foro de Augusto Boal, una forma de teatro participativo que fomenta el diálogo y la transformación social.
Por tanto, las y los participantes experimentaron cómo, a través del teatro, pueden abordar temas sociales, promoviendo un espacio donde las alternativas de solución sean representadas y discutidas en comunidad.
A través de su relato, las y los jóvenes comprendieron la resiliencia que permitió a la comunidad transformarse en un lugar organizado, lo que enriqueció aún más su conexión con la memoria histórica local y la importancia de la conmemoración de estos hechos.
Nuevas formas de expresión con herramientas digitales
En ambos talleres, se incorporó un enfoque transversal de nuevas tecnologías, orientado a que las juventudes aprendieran a utilizar herramientas digitales como sus teléfonos y redes sociales para procesos creativos.
Se les mostró cómo plataformas como TikTok, WhatsApp e Instagram pueden servir para visibilizar y difundir historias y actividades culturales de sus comunidades.
En resumen, estos talleres no solo les brindaron nuevas formas de expresión artística, sino que también contribuyeron al desarrollo de la inteligencia emocional, permitiéndoles mejorar la forma en que se comunican, se relacionan con los demás y resuelven problemas.
Las piezas creadas en los talleres no solo fueron presentadas en las conmemoraciones a finales de 2024, sino que también se convirtieron en herramientas pedagógicas.
A través de ellas, otras personas adolescentes y jóvenes podrán aprenderlas y mantener viva la memoria histórica.
as voces de La batalla del volcán reúne por primera vez, para
Con el golpe de Estado al presidente ingeniero Arturo Araujo en diciembre de 1931, llegó a la presidencia el General Maximiliano Hernández Martínez.
Desde entonces, hasta el 15 de octubre de 1979, el país fue gobernado oficialmente por regímenes militares caracterizados por ser altamente coercitivos.
El primer régimen militar fue el del general Maximiliano Hernández Martínez, quien ordenó la represión y Masacre de 1932, a raíz del levantamiento de indígenas, campesinos y comunistas.
Hernández Martínez se perpetuó en el poder durante trece años, durante los cuales predominaron las represiones a la oposición política, la falta de libertad de prensa y la ausencia de libertades individuales.
El golpe de Estado al general Salvador Castaneda Castro en 1948 dio lugar a la redacción de una nueva Constitución Política en 1950, la primera en la historia salvadoreña que incluía derechos para los trabajadores, prestaciones sociales y contemplaba el voto femenino.
Los presidentes elegidos bajo el nuevo régimen constitucional fueron, el coronel Óscar Osorio Hernández y el teniente coronel José María Lemus, apostaron por la creación del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) y el Instituto de Vivienda Urbana (IVU).
Con el derrocamiento del presidente Lemus terminaron los gobiernos militares del Partido Revolucionario para la Unificación Democrática (PRUD), que tuvo su origen en los hechos de 1948.
A raíz de esta crisis política se redactó una nueva Constitución Política en 1962, e inició una tercera etapa dentro de los regímenes militares, con los gobiernos del Partido de Conciliación Nacional (PCN).
A inicios de 1961 la Junta de Gobierno que derrocó al presidente José María Lemus prometió elecciones libres, sin partido oficial.
El Directorio Cívico Militar asumió el poder con un golpe de Estado e impuso la ley marcial, fallando a la promesa antes expuesta. Una manifestación de apoyo a la Junta de Gobierno fue reprimida. El nuevo gobierno fue constituido por los coroneles Julio Adalberto Rivera y Aníbal Portillo, junto con los civiles Feliciano Avelar, José Antonio Rodríguez Porth y José Francisco Valiente.
En diciembre de 1961 los coroneles Rivera y Portillo fundaron el Partido de Conciliación Nacional (PCN).
En abril de 1962 se realizaron las elecciones presidenciales y el coronel Julio Adalberto Rivera, al no tener contrincantes, asumió el poder.
El Partido de Conciliación Nacional (PCN) se caracterizó por escalar la represión y por mantenerse en el poder de forma fraudulenta.
En este período aparecieron los cuerpos paramilitares y los escuadrones de la muerte, y así se dio paso a las desapariciones forzadas y a las torturas.
El PCN se mantuvo en el poder hasta 1979, bajo el mandato del presidente Carlos Humberto Romero, quien fue derrocado el 15 de octubre, cuando también fue obligado a dejar el país. Este ha sido el último golpe de Estado ocurrido en El Salvador.