El bosque de Cinquera (departamento de Cabañas) ha salvado a su comunidad dos veces. La primera fue durante el conflicto armado. Cuando la represión y la violencia de los cercos militares se hicieron insoportables, los habitantes de Cinquera huyeron al bosque. Escondidos entre los árboles vivieron allí durante años. El bosque no solo dio refugio, también los alimentó con sus frutos y los curó con las hierbas que crecían en él.
Cuando la guerra civil terminó y la comunidad de Cinquera volvió al pueblo, no lo reconocieron. Como los humanos habían abandonado aquel lugar, el bosque lo había tomado como suyo. Había crecido devorando casas, caminos y hasta la iglesia, que estaba habitada por enormes árboles.
“El campo quedó deshabitado, la tierra se comenzó a regenerar por sus propios medios, comenzó a echar hierba, comenzaron a nacer los árboles y todas esas lomas que usted ve cubiertas de bosques, antes estaban completamente deforestadas.” La casa de Guillermo (habitante de la zona) se salvó de los bombardeos porque, como estaba escondida entre los árboles, no fue identificada por los aviones de sus enemigos.
Los vecinos de Cinquera decidieron que tenían que devolver el favor, y proteger el bosque que los protegió: “Los primeros habitantes que repoblamos nos trazamos como meta preservar lo que nos había permitido preservar la vida a nosotros también. Implementamos una medida de hacer un uso racional, primero trabajar las áreas que fueran solo zacatales, no tocar el bosque y en muchos años no se tocaba el bosque, para nada.”
En la actualidad, el bosque sigue salvando a Cinquera. La reserva natural ha posicionado a esta localidad como un destino de ecoturismo, siendo una de las principales fuentes de riqueza para la comunidad.
Además, la gente que se acerca a ver el bosque acaba visitando también el Museo de la Memoria Histórica Cinquera. Y allí encuentran la memoria de la comunidad, de los que sobrevivieron gracias al bosque y de los que yacen por siempre bajo las raíces de enormes árboles.