El padre Jon Cortina vino a Guarjila (Chalatenango) de muy lejos con la intención de que las cosas se acercaran. Quiso ser un puente. Era ingeniero, y a golpe de escuadra y cartabón se propuso reconstruir la comunidad.
Primero, en lo material: diseñó casas, una clínica comunitaria, y cómo no, reconstruyó el puente del río Sumpul que separaba a Guarjila del resto de comunidades del norte en el mismo departamento.
También quiso reparar lo espiritual, siendo puente entre lo terrenal y lo divino: los sermones se convertían en asambleas en las que se hablaba de cómo perdonar, después de tanto horror, después de una guerra que lo había roto todo. “Construyamos casas antes que catedrales -decía- porque la iglesia está en cualquier parte donde estemos nosotros, iglesia somos todos.”
Fue puente entre aquellos que estaban y los que se habían ido: cientos de niñas y niños desaparecidos durante la guerra civil. Fundó la Asociación Pro-Búsqueda, gracias a la cual en Guarjila se dio el primer reencuentro entre un niño robado y su familia, años después del conflicto.
Algunos niños y niñas consiguieron volver, convertidos en adultos durante el largo camino de vuelta a casa. Sus familias tuvieron, al menos, una oportunidad, un trocito de fe frente a sus ausencias incandescentes. De otros muchos, la mayoría, nunca más se supo.
Y otras familias continúan con la esperanza de reencontrarles gracias a la labor de Pro- Búsqueda, que 30 años después continúa sanando heridas y buscando caminos de reconciliación, verdad y justicia.
Aquellos que lo conocieron dicen que el padre Jon salvó a Guarjila, pero la comunidad también lo salvó a él: mientras sus compañeros jesuitas fueron asesinados en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), él evitó el ataque por estar en la comunidad.
Quizás por eso se decidió a vivir en Guarjila, en la pequeña casita que hoy es la Casa Museo Jon Cortina, y en la que aún se le puede ver en las sandalias desgastadas de tanto caminar al lado del pueblo, en la cama estrecha y humilde, en los planos a medio dibujar de tantas cosas que se quedaron por construir.
Este recinto también es un puente. Cruzar su umbral es transitar a otro tiempo, a la casa del padre Jon, que siempre tuvo las puertas abiertas y el lápiz preparado para el siguiente plan, para seguir construyendo, con todos(as), para todos(as).
Ahora descansa al lado de sus compañeros jesuitas mártires en la capilla de la UCA, luego de sufrir un derrame cerebral el 12 de diciembre de 2005, mientras impartía una conferencia sobre desaparición forzada en la Ciudad de Guatemala.