A veces las palabras no bastan, no son suficientes, parecen vacías. Y hay cosas que solo se entienden cuando se ven en primera persona. Por eso durante el conflicto armado, elencos improvisados interpretaban “teatrillos” para los guerrilleros y la gente de las comunidades, donde se representaban los últimos sucesos ocurridos en el país.
Y así como las palabras no bastaron para explicar la guerra civil, tampoco bastan para curar las heridas que dejó. Eso lo saben bien los integrantes de la Asociación Tiempos Nuevos Teatro, que administra el Centro Cultural Jon Cortina, desde donde acompañan a niñez, juventudes, mujeres y población adulto mayor, apoyando su educación, organización y participación ciudadanas a través del arte.
Sus siglas recuerdan al TNT, el explosivo. Es lo que buscan ser: pólvora que encienda el recuerdo, que haga explotar el silencio.
Desde Tiempos Nuevos Teatro se realizan obras dramáticas comunitarias, piezas que siguen el legado de aquellos teatrillos de la guerra.
En varias de las piezas teatrales se representan las guindas que sufrió la población de Guarjila (Chalatenango). Para algunos es revivir el pasado, el cuerpo repite los movimientos y la mente los reconoce, deja salir el trauma escondido dentro del tuétano, es re-conocer el dolor sufrido y trascenderlo.
Para las juventudes es sentir la memoria en todo el cuerpo, es hacer suyas historias ajenas. Y de esa manera, ocurre como con los teatrillos de la guerra: el verbo se hace carne, y el cuerpo se vuelve mensaje.
Además de representaciones, se crean espacios simbólicos: altares en los que llorar a los muertos que nadie sabe dónde reposan. Son los asesinados, los desaparecidos. Muchos eran niños y niñas.
Durante las Marchas Blancas se realiza un performance en el que se nombran los niños y niñas que fueron masacrados en el Cerro Alemania (Chalatenango). Algunas de las participantes son las madres, y durante un momento, al decir sus nombres, casi parece que sus hijos e hijas están presentes, caminando a su lado. No están sus cuerpos, pero está el mensaje. Y mucha gente dispuesta a seguir repitiéndolo, con la palabra, con la voz, con todo el cuerpo.