Este poema, escrito por una de nuestras autoras, está inspirado en la historia de Crecencia y Pancha, dos hermanas que viven en el caserío El Mozote, en donde en 1981 se cometió una de las peores masacres en la historia de Latinoamérica. Ellas encontraron entre las memorias de su niñez la respuesta para sobrevivir después del conflicto armado: su papá, a quien perdieron durante la guerra, les había enseñado a hilar con pitas de mezcal matates y redes que luego vendían. Para ellas, hilar significa fortaleza y unidad.

Un rayito de luz da los buenos días,
leña y fuego amanecen,
maíz y barro forman comida,
las hermanas muelen el presente.
Las pitas y los hilos trenzan una familia y las posibilidades; pero
dragones de metal y fuego desaparecen la vida,
los ríos ahogan la esperanza,
el destino se burla de los menos.
Adiós, país;
adiós, infancia;
adiós, hermanos;
adiós, papá.
El desaparecido voluntario no quiere regresar,
el desaparecido a la fuerza nunca más se va a encontrar.
La distancia alimenta la tristeza
y la tierra se hace polvo al andar.
Regresamos al inicio,
buscamos aquel sol,
tejemos algunas ideas,
porque nosotras hilamos amor.